DANZA EN TIEMPOS DE CRONAVIRUS
Ante la incertidumbre reinante, José Luis Rivero, director del Auditorio de Tenerife, hace una reflexión sobre cómo ve la danza en tiempos del covid19, y esto es lo que ha contado
Texto_JOSÉ LUIS RIVERO
Tenerife, 22 de abril de 2020
Esta situación tiene distintos enfoques y tendremos que repensar toda la relación de la profesión de la danza dentro del desarrollo de las artes escénicas. Por un lado, hay aspectos que son coyunturales y a los que debemos responder con urgencia: la situación de los trabajadores y las trabajadoras del sector, la fuerza de trabajo y su continuidad. Es una cuestión de simple supervivencia, sin creadores y creadoras no hay sector y esa debe ser la primera defensa. Pero a esto se suman otros aspectos que me preocupan especialmente y que tienen un carácter estructural. No estamos en una crisis, no es un momento puntual que se sobrellevará con una economía de guerrilla y pauperizando aún más la situación laboral de la cultura. Eso ya pasó en 2008, y subsistimos gracias a la enorme resiliencia de este sector, pero un segundo embate ya es imposible de sostener.Y si no es una crisis ¿qué es?…
Desde mi punto de vista debemos enfocarnos hacia un cambio de paradigma en relación con la Cultura y las artes, y muy especialmente hacia las artes en vivo por su necesario condicionante de convocatoria hacia los públicos. Y eso nos exige que juntemos capacidades complementarias y trabajemos en forma de red, cooperativamente. Lo hemos probado estos días con la organización sectorial para dar respuesta al Ministerio y, más allá de que vale la pena y esperamos lograr cosas, hemos conseguido dar ese primer paso, pero no debe ser una reacción coyuntural, sino que debe sistematizarse y estructurarse para convertirlo en conocimiento compartido y en fuerza sectorial. Ahora más que nunca hay que aumentar las colaboraciones, públicas y privadas, pero también entre instituciones de diversas administraciones públicas y entre las asociaciones profesionales como acaba de ocurrir. Las administraciones, sobre todo las locales, no deben retirarse de su responsabilidad en la sustentabilidad artística -y aunque esta no sea su principal competencia deben encontrarse las vías-. Y por sustentabilidad me refiero al equilibrio vital entre la diversidad de nuestros ecosistemas culturales y su productividad y capacidad para perdurar en el tiempo, tanto regionalmente como país.
Aún así esto no es suficiente, debemos pensar en formas que nos hagan relevantes ante la sociedad, desde cuál es nuestro papel con relación a temas tan importantes como la educación o la salud, como qué significa para las artes escénicas el concepto de participación cultural y cómo vamos a poner a los públicos en el centro de este pensamiento estratégico y hacerlo partícipe. El futuro o es sostenible o no será, y esa sostenibilidad económica y social nos conduce hacia nuevas relaciones de cooperación que van a cambiar la jerarquía de las estructuras e instituciones tal y como las hemos conocido. Por ejemplo, el concepto de que la globalización va a ser sustituida por la digitalización, que parece un nuevo mantra que resuena estos días.
¿Está nuestro sector preparado para la cultura online? A mi juicio no. Y el peligro es la inequidad que generaría pensar este aspecto solo como una forma nueva de distribución, un canal. En positivo, creo que la danza está mucho mejor preparada para ese salto que otras disciplinas artísticas porque es más cercana a ciertos códigos del lenguaje audiovisual. Pero por ahora parece que solo somos “entretenedores” gratuitos durante el confinamiento, y por ello debemos mejorar nuestros sistemas de difusión online y generar cambios en las pautas del consumo cultural digital. Cada vez estoy más convencido de que debemos abordar la Cultura como una ecología, no como una economía, y este momento, además de lo aciago, se muestra como una posibilidad real para prospectar esa vía de trabajo, y de la transformación permanente y la posibilidad como eje de acción sabemos mucho en este sector.
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