Portada y contraportada del mundazo de la danza
Porque no se puede ser nada sin ser humana.
No vengo a decir nada nuevo, es más, este tema es más típico que un sandwich mixto, pero hoy me levanté con ganas de opinar cuyo contenido tendrá picos de “dolor” pero amor profundo; por lo tanto, ha de quedar claro que hablo desde mi perspectiva, cada quién tendrá la suya.
Soy humana y a veces parece que vivo entre robots. Hago un trabajo emocional profundo para no pasar por el aro de la frialdad desde que tengo consciencia y conciencia, comprendiendo que muchas veces dan ganas de meterse de lleno en este, pero llegando a la conclusión de que el otro lado de la balanza es mucho más rico.
Este tema me parecía rancio, pero si continúa pasando en potencia debe de ser que tan rancio no está.
Me pregunto por qué cada vez que me relaciono con alguien del “mundo” que más me gusta, el del arte, concretamente la danza, siento que estamos en un pequeño infierno. Y es que no falla eh, más pronto que tarde escupimos negatividad. La portada y contraportada aquí es: a todes nos gusta bailar porque nos hace sentir “libres”, como ejemplo esta podría ser la máxima, pero a muchas personas nos cansa porque entre nosotres nos quitamos dicha libertad.
¿No podríamos dar por supuesto que en lo no normativo hay mucho más que explorar y menos que juzgar? Menos que juzgar, debería, ¿no? Porque ya sólo por no ser norma, por salirse del cuadrado, cuesta esfuerzo doble, o triple. Lo fácil es quedarse en lo normativo, ya vino hecho, con sus condicionantes, pero ya vino hecho, es lo cómodo. Y el arte es de todo menos norma, entiéndase porque aquí habrá mucho que debatir pero no me corresponde ahora y por tanto ese tema lo dejo aparte. <<Arte>> es un concepto que permite salir hacia lo abstracto, concretando donde queramos y como queramos. ¿Por qué le quitamos su valor? Nuestro valor humano y artístico. Nuestro acento, como dice Lola Flores.
Voy al grano, ¿por qué siempre hay malas palabras de bailarín/a a bailarín/a? por delante, por detrás, al revés y al derecho. Y yo hablo de danza porque es el mundazo que me representa, pero esto pasará en todos los mundillos. ¿Realmente es tan pobre este arte, ¡ESTE ARTE!, que es importante estar recordándole siempre a la persona que tenemos al lado la formación que se tiene, los años que se lleva bailando y los premios que se han ganado? Como si se viera al resto del mundo de más, aparte. Como si a las demás personas no les costara conseguir cosas.
Ha de caber en nuestros pensamientos lucidez (como misión) respecto al momento que vive cada persona, desconocido por completo. Fallar nos hace vivir sabia-mente, no significa que un comentario inoportuno o la mala gestión emocional en un momento determinado nos haga tener autoridad de juezas y jueces, valga que yo no soy ejemplo de nada, porque además, de esto va mi opinión, nadie nos enseña a gestionar la frustración. Simplemente cuando aquello se convierte en costumbre, el fallo reside en esta.
Es normal que durante un tiempo funcione engordarnos el ego porque a todes nos gusta sentirnos en la cúspide, pero en realidad se lee efímero. Cuando miremos el camino recorrido y nos planteemos porqué y para qué bailamos y bailaremos ¿habrá sido y seguirá siendo por sentirnos la persona que “mejor baila”, por destacar, o habrá sido por y para nuestra salud emocional y física, y para crecer humanamente?
Debemos hacer hincapié en la pregunta “¿cómo estoy?”, pues considero que es un primer paso que lleva de cabeza al éxito, claro está, al significado que este tiene para mi. Además, “ser la mejor” ¿qué es? porque personalmente considero que carece de contenido generosamente, ¡carece de contenido generosamente! En este sentido, menuda responsabilidad debe de ser
tenerlo todo sabido, qué presión. Es más productivo dejar de hacer uso del autoengaño y poner contra la pared el yoísmo teniendo en consideración todo lo que pueden ofrecernos otras personas. <<Mejor>> como concepto de unir todos los fuertes y/o las limitaciones y enriquecerlos, enriquecernos, ¡sí! Pero mejor tú, o yo, mostrando individualismo ¡no! porque en vez de crear sin límites, creamos dictaduras dentro de nuestro cuerpo y las vomitamos sobre el resto, y eso es de todo menos ser “mejor”.
Yo entiendo que este mundillo es duro, ¿y cuál no? Y empatizo con ponerse la supervivencia por bandera, pero si le damos la vuelta igual cuesta menos sobrevivir. El arte se subestima y también entiendo que la consecuencia sea miedo, mucho miedo, pero debemos dejar de echar balones fuera, porque ayuda muy poco que entre nosotres también nos subestimemos de boca en boca.
Nadie necesita nuestro ego. Sin embargo, todo el mundo necesita un apretón de manos, un “estoy aquí, en tu equipo”. Sabiendo que estamos en el mismo equipo, entenderemos el esfuerzo que supone. El problema no es necesitar brillar, todo el mundo lucha por cumplir objetivos y sueños; todes necesitamos reconocimiento, es saludable, precisamente porque no vivimos solas en el mundo, y sin duda, que haya un intercambio de bienes, pero precisamente, un intercambio.
Todo está bien mientras a quien quiera que lo esté haciendo, ¡moviendo!, le genere bienestar. Lo que no está bien es pisar a nuestres compañeres, porque ni nos sentimos mejor, dado que lo que se observa en esa conducta es inseguridad, si no, por qué ibamos a ponernos a la defensiva con nadie, ni hacemos sentir bien a la persona que tenemos en frente; por tanto, es innecesario, no da ningún fruto.
Lo que se consigue con esto es crear un ambiente sectario, alejarnos entre las personas que llevamos años bailando y alejar a las personas que empiezan a bailar, en definitiva, separarnos y aislarnos. Dicho esto, no propongo que seamos amigues, ni falta que hace, o sí, a gusto del consumidor, básicamente lo que quiero decir es que las diferencias son necesarias, se aprende mucho de estas. Respetarnos entre nosotres plantea grandes proyectos a vistas foráneas (¡tanto que admiramos lo de fuera!), ya sean proyectos palpables o proyectos humanos.
Nadie “come” del odio, y si realmente es así, necesita terapia urgentemente. Sí “comemos” de la ayuda, de las buenas palabras, de una palmadita en el hombro entre nosotres… Además, cuando una creación no nos sabe a lo que nos quiere saber, si pedimos ayuda externa puede ser mucho más sabrosa nuestra creación, y aunque ya nos esté sabiendo a lo que queremos, y estemos bien con nosotres mismes, ese saber de apoyo interno/externo nos hace sentir paz, y crear con más ganas; lo otro te las quita, y es una pena con todo lo que se puede explorar. Crear solas o acompañadas es demanda del momento en el que nos encontremos, esto es independiente, pero no es lo mismo crear sabiendo que existe calor, a crear pensando en la frialdad externa.
Vamos a la crítica constructiva, cooperativa, a la autocrítica reeconstructiva, a montar conceptos y a desmontarlos, recrearnos. Y no al obscecamiento, que nubla las diversas posibilidades que hay, agota el espíritu, que eso no es saludable para el resto, pero para nosotres mismes menos porque de allí nace el propio machaque y es por eso que luego lo proyectamos en les demás. Si nos acompañamos en cualquier proceso emocional-creativo, intentando no juzgarnos, aprenderemos más y mejor, teniendo en cuenta nuestro potencial y nuestros condicionantes. Crear mejor es estar contigo, viéndote y mirándote para saber o estar muy cerca de saber lo que se quiere en primera persona, no lo que esperan quienes vemos como contrincantes, que he ahí el problema. Esperar también que no influya el qué dirán denota ingenuidad pero realmente se
desmonta a una expectativa que es imposible cumplir porque somos personas, humanas, y no máquinas (perfectas).
Si tendemos al autoconocimiento lo más probable es que juzguemos cada vez menos (trabajo que llevará toda la vida) a quien se dedique a lo mismo que nosotres, que está en el mismo proceso de crecimiento, y que desde aquí, a ti, si ya lo haces, olé tú, ole tu lucha, porque lo es. Es un bucle, el pez que se muerde la cola, o se quita una la venda y sale de ese pequeño infierno o se quema.
Y al final, como en la vida misma, nos machacamos por todo y luego nos preguntamos por qué nos aferramos a ciertas cosas insalubres, es que en estas condiciones lo raro es estar bien…
Quien baila bien porque baila bien, quien baila mal porque baila mal, me pregunto si alguien siendo feto eligió bailar mejor o peor ¿tu madre se dio en la barriguita con una varita mágica y dijo: “este niñe que baile de puta madre, gracias”? no sé, mérito tiene poco, vaya. Lo que tiene mérito es nacer en un mundo que no te pone la vida fácil y decidir tener una pizca de empatía, qué pena que esto sea mérito, ¿no?; quien investiga es una loca, pero bueno claro, esto también depende de si bailas bien o bailas mal a vistas del resto, con todo sigues siendo una loca o sea que de nada sirve que salgas a flote o te hundas bailes como bailes; quien no investiga es una inepta; quien lleva años bailando nada puede criticársele porque al parecer tiene la voz y el voto, pero, también, si la fastidia en un momento dado no es plato de buen gusto porque lo que se espera de la experiencia no es errar precisamente; quien empieza porque empieza y el mundo del arte es precioso pero vamos, ya nos encargamos las mismas personas que te creamos el gusanillo de probarlo de que “comas mierda” hasta que salga por todos los orificios de tu cuerpo, porque como eres nueva no tienes ni voz ni voto; quien tiene ideas nuevas (que abro paréntesis también al doctorado honoris causa de la innovación, como si innovar o transformar lo ya creado no conllevara esfuerzo igualmente) lo dicho, idea “nueva”, ¡ojito! porque si lo cuentas o bien te envidian o bien te quitan la idea, que para el caso lo mismo es; aprendes de alguien y valoras su trabajo pero te comparan con dicha persona, cosa que está regular, te sientes atacada; si eliges o tienes recursos para formarte en una escuela machaque por eso; quien se forma en la calle por decisión propia o por falta de recursos, machaque también… Y como estas, infinidad de cositas que nos mantienen alerta.
¡Chica, es que no hay por dónde cogerlo! Consciente o inconscientemente padecemos una especie de ansiedad crónica independientemente de la generación que lo cuente, y lo más gracioso de todo esto es que, si se mantiene usted en pie, encima, se le convalida la asignatura valentía. Venga, ¡no me fastidies!
Parece que estoy gritando, y la verdad, ¡sí, estoy! ¿no nos ponemos una chapa cuando decimos que la unión hace la fuerza? Entonces por qué razón tanta energía malgastada en la desunión. Esto ya no se usa. Debería llevarse la empatía por delante, que tampoco va a pasar nada por sentarse a pensar en cómo nos sentimos y hacemos sentir al resto, o lo que es lo mismo, nuestro ombligo es nuestro pero hay más ombligos en los que poner la mirada.
Gastemos energía, profesorado y alumnado, pero sobre todo profesorado que somos ejemplo o deberíamos serlo, en el bienestar, en el respeto, que si no te gusta lo que ves, está bien y si te gusta, está bien también, y el orden de esto último está puesto a conciencia. Esto en realidad da lo mismo. Lo que importa, es cómo te sientas y cómo hagas sentir, porque eso que vemos y opinamos tiene su tiempo-espacio, su porqué, el que sea, como el nuestro. Que el arte es una vía de comunicación maravillosa –“para quien sepa usarla”- y personalmente no creo en el equilibrio, siempre nos vamos más para un lado que para otro -en todo en la vida- pero sí hay
que buscarlo, porque ese trabajo de búsqueda es lo que nos hace mantener la atención, y en el propio trabajo emocional está en realidad la conquista.
Siguiendo con lo anterior, y para finalizar, el arte es un recurso más, muy rico en sí mismo, ¡muy muy rico en sí mismo! para desarrollarnos como personas; lo de ser bailarina viene después.
Porque no se puede ser nada sin ser humana.
Pdt: a todas las personas que se dediquen al arte, las quiero.
Agradecimiento: a mi familia, que son les mejores conversadores del infinito y más allá, y emocionalmente implicades en el intento de ser buenas personas.
Luna Aguilera Vargas,
Marzo de 2021.