Festival Tara, entrevista con Patricia Jorge.
Haciendo un poco de seguimiento al apartado Festivales de la revista, me di cuenta de que estamos viviendo el proceso de creación de un nuevo y novedoso Festival en Gran Canaria y pasaba como desapercibido. Empecé a indagar y encontré mucha información, también recibí algunas preguntas sobre este festival y decidí hacércelas llegar directamente a su directora Patricia Jorge. En la cabecera tenemos el cartel de esta tercera edición que se celebrará del 12 al 28 de mayo en Las Palmas de Gran Canaria.
¿Qué detonó que proyectaras este festival?, una idea, una reivindicación, un proyecto personal…
El Festival Tara surge de la necesidad de encontrar otras propuestas más allá del contexto cultural actual de la isla. Yo como canariona y como artista me sentía fuera de la oferta cultural de mi ciudad, me costaba encontrar un circuito que generase y apoyase otros modelos de hacer. Así que un día, en vez de seguir alimentando esa frustración, opté por plantear un proyecto que unificara espacios, propuestas, artistas e ideas, en torno a las prácticas escénicas contemporáneas. Se pensó, se gestionó y finalmente se hizo, y lo más importante, de momento, se sigue haciendo.
¿Quiénes componen el equipo del festival Tara?…
Pues somos un equipo de base muy pequeñito, Patricia Comunión a cargo de la comunicación, Mónica Padilla a la producción y una servidora en la dirección. Y en la parte técnica contamos con el apoyo de Carmelo Fernández. Tanto Patricia Comunión como yo venimos de las Artes Escénicas y Mónica de la producción audiovisual. Al margen de esto, nos turnamos para cualquier cosa que sea necesaria.
Por otro lado, muchas personas colaboran durante el proceso y puntualmente, consiguiendo así que el proyecto sea lo que es. Al final todas hacemos un esfuerzo con un mismo fin y eso lo convierte en algo mucho más auténtico.
Escaparate de nuevos lenguajes artísticos ¿Además de danza, que encontramos?
Pues dependiendo de la edición hemos tenido más propuestas del ámbito de la performance, la danza o la investigación escénica. Cada año es un reto nuevo al que nos enfrentamos y tratamos que cada vez sea diferente. Vamos abarcando ideas en la medida en la que podemos, así que cada edición de Tara trae nuevas sorpresas.
¿Para quién -Artista- es un buen marco el festival Tara?
Yo creo que para cualquiera que le gusten los nuevos retos.
El hecho de que los espacios que acogemos sean tan diferentes entre sí y muchos de ellos alejados por completo de la caja negra, convierte la exhibición de la pieza en una nueva revisión y adaptación de las obras. Es un modelo muy creativo porque desde el planteamiento del espacio, la adaptación, los posibles cambios en la dramaturgia, la memoria histórica y social del sitio, y la muestra final, hay multitud de decisiones que hacen que la pieza cobre un nuevo sentido. También tratamos de apostar por compañías y artistas, que trasciendan los límites, que nos hagan reflexionar, personas no conocidas que trabajen e investiguen sobre diferentes tipos de temas. Me gusta pensar que Tara es un espacio donde las propuestas que “normalmente” no tienen cabida encuentran su casa.
Piezas acabadas, en proyecto… ¿qué recursos se ponen a disposición del artista para acabar o llevar a cabo su obra?
Pues depende mucho de las necesidades de cada pieza. Atendemos profundamente a la naturaleza de las investigaciones y abrimos espacios de confianza con las compañías y artistas que están en proceso de investigación de una obra, pues sabemos que todo puede cambiar en el último momento. Por lo tanto, vamos haciendo un acompañamiento durante el proceso con una buena comunicación. También en los días previos a la función, otorgándoles presencia en el espacio de exhibición, con acompañamiento técnico y artístico, con la búsqueda de materiales… Lo más importante de Tara es saber que este proyecto se construye, cambia y se transforma cada día, al igual que las propuestas. Por eso hacemos especial hincapié en la flexibilidad de adaptación a las circunstancias y al espacio, por parte de la artista o compañía, como por nuestra parte, y así poder construir juntas.
Esta tercera edición ha tenido gran acogida por parte de los artistas, 277 propuestas recibidas ¿Qué criterio se utilizará para la selección?
Pues lo primero que hacemos es hacer un visionado total de las propuestas y descartar aquellas que por tener una naturaleza más comercial no encajan con la idea de la Tara. Después de eso analizamos todas las propuestas restantes y las dividimos en propuestas viables, por necesidades técnicas, artísticas, por temáticas… y en propuestas a estudio, por tener algunas necesidades más específicas o que demanden de nuestra estructura cosas que no podemos llevar a cabo. Al final somos un festival autogestionado con unos recursos muy limitados. Hay muchas propuestas que nos gustaría traer, pero por tener un presupuesto tan bajo nos tenemos que quedar con las ganas y guardarlas en nuestra carpetas de deseos para intentar gestionar su programación en las siguientes ediciones.
¿Quien es el público de festival Tara?, ¿Cómo ha sido la respuesta del público a las propuestas del festival Tara?.
El público general de Tara son personas poco familiarizadas con las artes escénicas. Es lo que más nos sorprendió cuando llevamos a cabo la primera edición. Al ocupar espacios de la ciudadanía que no están estrictamente relacionados con una programación artística, hemos observado cómo el público que frecuenta ese espacio se ve atraído por la idea de ver una pieza artística en un bar, un hotel o una azotea. Y sin duda eso nos encanta, poder romper con el estigma que se crea muchas veces con la idea de ir al teatro. Deshacer esa capa transparente que genera una división entre los que hacemos y consumimos teatro de manera habitual y los que no, es maravilloso.
¿Cómo valoras la respuesta institucional y privada?.
Pues sinceramente, siendo consciente de lo difícil que es llevar a cabo un proyecto artístico y sostenerlo, bastante bien. Es cierto que somos un festival autogestionado y no dependemos de ninguna institución pública para desarrollarnos. Sabíamos que esto iba a ser así desde el principio, mi idea siempre fue “Tara se hace sí o sí”, porque si debía esperar a tener algún apoyo fuerte para ponerlo en pie, no iba a ocurrir. Muchas veces hasta que no ves de lo que se trata no lo entiendes y con Tara ha pasado un poco eso, en estos tres años hemos podido trabajar con empresas privadas y con instituciones públicas que poco a poco van apoyando el proyecto. Aún queda muchísimo por hacer y mejorar, la sostenibilidad de este evento es una de las cosas que más me quita el sueño. Trabajamos en cada edición para crear más vínculos que hagan de este Festival un acontecimiento anual que coloque a la isla de Gran Canaria en uno de los puntos candentes de la cultura contemporánea, como los festivales Avignon o Fringe. Sé que es muy ambicioso, pero la cultura no debiera conocer límites.
La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, los espacios más o menos no convencionales, ¿hay alguna otra proyección en otros municipios o espacios más rurales?.
Sí, es más, este año iba a ser el año donde diéramos el salto a otros municipios y rincones de la isla, pero la realidad es que ha sido sumamente complicado porque requiere de mucha más gestión y tiempo. Está en nuestros planes a futuro dar ese salto.
Mónica Valenciano, creo, es mi opinión, que es una bofetada sin manos al sector institucional y cultural de las islas, su lugar de nacimiento, pero ha tenido que desarrollar su carrera fuera (que no está mal, pero no ha sido una elección, sino una imposición).
¿Qué significa Mónica Valenciano para el festival Tara?
Mónica Valenciano ha sido la madre y la primera piedra que da sentido a este proyecto. Conozco a Mónica, la Maestra de muchas maestras, desde que empecé a formarme como intérprete y fui alumna de una de sus discípulas. Desde entonces encontré en ella y en sus piezas un nuevo sentido de las cosas. Por ello y por lo que representa su figura en la isla, no podía ser otra, sino ella quien fuera una de las artistas que deseábamos homenajear en la primera edición, también porque no sabíamos si habría más ediciones o no, así que no queríamos dejar pasar la oportunidad. Durante la creación del festival Mónica entró a formar parte de un proceso maravilloso y muy generoso, empezamos unos diálogos sobre el concepto de la Tara, como ídolo, como locura, como aborigen, como mujer, como lenguaje… que resultó en el cartel de la primera edición, el logo que siempre nos acompañaría y en una magnífica exposición del proceso, el cual pudimos traernos a la isla. Para mí, Mónica ha marcado un antes y un después en las artes escénicas del territorio español y que muy poca gente la conozca me parte el corazón. Así que es nuestro granito de arena para devolver lo que tanto nos da su mirada.
¿Crees que se ha resuelto que los artistas de las islas puedan desarrollar su carrera desde aquí, en este caso en la isla de Gran Canaria o más concretamente en Las Palmas de Gran Canaria?
Lamentablemente no. A nivel formativo hay muchísimas carencias, nada más hay que ver cómo se encuentra la sede de la Escuela de Actores de Canarias, aquí en Gran Canaria. Es francamente muy triste. Pero aparte de eso, en mi opinión falta mucha más oferta formativa y circuitos que muestren y potencien nuevas maneras de hacer. Yo emigré como la gran mayoría de personas que se dedican al arte en Canarias y fuera, entendí, aprendí y me desarrollé como artista, tuve la oportunidad de trabajar, de estudiar, de investigar, de imaginar… en nuevos escenarios posibles. Aquí está mi frustración con el panorama de mi isla. Hay muchos espacios y artistas haciendo una labor increíble y fundamental para la cultura canaria y la cultura en general. Pero faltan muchas estructuras para apoyar y potenciar a las artistas: espacios de formación, romper con la insularidad y programar propuestas con nuevas líneas artísticas; crear vínculos entre espacios y asociaciones culturales, etc. En definitiva, arriesgar. Porque la cultura es un arma sumamente potente y no debemos tenerle miedo.
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