Teatro Circo de Marte
El Circo de Marte: de gallera a teatro
Avalada por el tanteo y atractivo de las modas del siglo, la construcción del Circo de Marte en Santa Cruz de La Palma llega en 1871 como respuesta a las necesidades espaciales que los aficionados al mundo de las peleas de gallos venían demandando desde hacía tiempo. Además, en su primitiva concepción y en los destinos futuros, el nuevo edificio también sabrá cumplimentar el creciente entusiasmo hacia otros divertimentos de distinto signo estético y espectacular proyectados en la sociedad palmense del Ochocientos: el fantástico universo circense —con los festivales ecuestres, las acrobacias y los trucos de magia—, las veladas literarias, los conciertos y los bailes de salón, estos últimos de notada concurrencia en Fin de Año, Carnaval y otras fechas clave del calendario festivo urbano.
El nombre de Circo de Marte deviene precisamente de esta devoción gallística de los palmeros de la capital, divididos en dos partidos: el de Arriba o Franciscano y el de Abajo o Dominico. Las aves, adiestradas de acuerdo a las normas que establecía el juego, se enfrascaban en una lucha encarnizada que podía acabar con la muerte de uno de los contrincantes. La disposición de la planta decahexagonal, a imitación de los coliseos romanos, establece un paralelismo con el hacer guerrero de estos otros gladiadores de pico y espuela que, no en vano, son conocidos en el argot gallístico como gallos finos.
Entre 1914 y 1918 se inicia la primera rehabilitación relevante del edificio, auspiciada por Silvestre Carrillo Massieu (1857-1931), su nuevo propietario. Bajo la dirección técnica del maestro de obras palmero Eladio Duque Batista (1869-1929), el viejo Circo de riñas, bailes y otros solaces adecua sus instalaciones con preferencia por la actividad teatral. Para ello, la planta primitiva fue convertida en platea y, para albergar la caja escénica y el resto de compartimentos del nuevo local, se levantaron muros alineados a la traza urbanística (calles Virgen de la Luz, Viera y Apurón). Siguiendo la estructura constructiva del teatro a la italiana, la planta reproduce el esquema de herradura. Entre los elementos decorativos, sobresale el marco de la embocadura, donde los motivos vegetales y geométricos de la estética modernista saben combinarse también con otras soluciones iconográficas más complejas. Así, el frente está presidido por el escudo de la ciudad, con una genial versión en la que el arcángel parece mover los pies para danzar. A los extremos, otras representaciones aluden al destacado papel que la música y el teatro (tanto en su dimensión escénica como literaria) van a desempeñar a partir de las remodelaciones de obra.
Unas décadas más tarde, la disposición empresarial de la saga de los Baudet tinerfeños, expertos en el mundo del espectáculo dramático y cinematográfico, darán con una nueva aportación que acrecienta el habitual programa musical, dancístico y dramático del Teatro Circo de Marte, incorporando la proyección de películas de cine a la cartelera, ensayada no obstante tiempo atrás. La adquisición del inmueble por el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma en 1981 devolverá al Teatro su vocación escénica, interrumpida para realizar los últimos trabajos de restauración y rehabilitación finalizados en 2008. En ese intervalo, el Circo será compensado con la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento (1997).
La nueva caja escénica, la renovación de los medios técnicos, la actualización de las infraestructuras y otros cambios formales convierten al Teatro Circo de Marte en un lugar que ha sabido mantener la dignidad histórica de su funcionalidad para el espectáculo, la diversión y ese juego mítico en el que la barrera que separa la realidad de la ficción se diluye cada vez que se abre el telón.
Víctor Hernández Correa
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